domingo, 28 de abril de 2013

27. Ayacucho ... Las Vicuñas de Lucanas


Junio del 2007. Estaba por empezar uno de los viajes más importantes de mi vida. Ya había recorrido prácticamente toda la costa, la sierra Norte y Central, buena parte de la selva, y ahora me tocaba recorrer la sierra Sur en un viaje planificado para 23 días de aventuras por Ayacucho, Apurímac, Cusco y Puno. Esta vez no tomaría en cuenta la gran Arequipa,  ya que allí tuve muchas vivencias entre los años 1995 y 2005, y sabía que regresaría pronto por ser un lugar al que pertenezco y siempre llevo en mí.
Era un 8 de Junio por la noche, como siempre solo habían pasado pocos minutos después de salir del trabajo, y es que no hay tiempo que perder cuando se trata de viajes. Recuerdo que andes de iniciar la ruta me preparé física y mentalmente durante casi 2 meses, corriendo hasta 10km en el Malecón de Miraflores y bajando/subiendo a la Costa verde casi siempre por las exigentes escaleras, también me liberé de algunos amoríos de aquella época y deje encaminado mi cambio laboral. Quería poder llegar a todos los lugares que había imaginado sin limitaciones.
El bus partía cerca a las 7pm, por la Ruta Panamericana Sur Lima-Ica-Nazca para luego desviarse a la sierra hacia mi destino: Puquio, una pequeña ciudad en la zona sur del departamento de Ayacucho, que me serviría como hub para poder visitar Pampa Galeras, La Laguna Parinacochas y Andamarca.
Según mis planes la hora de llegada era 6am, con luz y justo para iniciar la búsqueda de hotel, pero no fue así. Aparentemente el chofer apretó el acelerador a fondo durante toda la noche llegando al destino cerca a las 4.00am. La ciudad, ubicada sobre los 3200msnm, estaba completamente fría, a oscuras y las calles vacías, gracias a Dios conmigo bajaron algunas personas a las cuales seguí por un callejón, donde encontré un lugar donde quedarme. Este hospedaje era como una cárcel, la habitación quedaba en un largo pasadizo, donde la puerta de los cuartos eran de Calamina descuadrada por donde se colaba todo el frio, las cerrabas con una cadena con candado y dentro había una pequeña cama de fierro, lo bueno es que tenía unas super frazadas que me ayudarían a aplacar el frio hasta el amanecer. No tenía muchas opciones, me quede allí a pasar la noche, me metí a la cama con toda la ropa que llevaba puesta tapándome hasta la cara por la baja temperatura imperante.
Desperté cerca a las 7am. Todo a mi alrededor estaba helado, salí del cuarto al patio para lavarme, en vez de agua parecía que caían cubos de hielo por el caño, lo bueno es que ya había salido el sol así que podía calentarme un poco mientras me aseaba. Veinte minutos mas tarde, dejé este lugar y para buscar un alojamiento más decente. A pocos metros, todavía en medio del frio andino, encontré un hotel con mejores instalaciones, así que dejé mi mochila y empecé a planificar el día. Primero el desayuno, básico para iniciar con fuerza. Segundo averiguar rutas, tiempos de viaje y transporte. El destino que buscaba para el primer día era Pampa Galeras, la idea era visitarlo rápido para por la tarde ir hacia la Laguna Parinacochas, ese lugar donde dicen que hay muchas parihuanas y que en sus colores, San Martin se inspiró para la bandera del Perú. Sabía que el tiempo era corto para este segundo punto, siendo un viaje muchas horas, lo cual dificultaba que llegue, por lo que seguro tendría que dejarlo para otra oportunidad.
A las 9.30am, ya con la mochila de Ataque al hombro, me acomodé en la maletera de un colectivo Station Vagon con destino a la Ciudad de Lucanas para luego llegar a la Reserva Nacional Pampa Galeras. Lucanas está a unos 30 km de Puquio y El ingreso/Zona de control de la Reserva esta a otros 30 km de Lucanas, un viaje total de unos 60km (una hora de viaje aproximadamente).
Llegue cerca a las 10.30am al punto de control donde busqué que alguien me atienda. Mientras esperaba y tomaba algunas fotos, ese aire frio de los andes, ese que parece que limpia los pulmones se sentía con más fuerza, estaba sobre los 3.800 msnm que si bien mi organismo se aclimata rápidamente a estas alturas, igual debía manejarme con cautela por ser mi primer día en la altura.
Pasaron algunos minutos, el lugar realmente estaba desolado. Salió un encargado muy amable que sería mi guía (ya que el jefe de la reserva no estaba allí), al que le pedí que me muestre el lugar y me permita caminar un poco por la zona. Así que empezamos por unos museos y almacenes que tienen, donde habían animales e insectos disecados, y también muestras de distintas fibras de Vicuña. Mientras recorríamos el lugar me contaba que Pampa Galera era el refugio de cerca de 6000 vicuñas y otros animales andinos como el guanaco, zorro andino, gato andino, tarucas y vizcachas, entre otros, así como aves como el Águila andina, cernícalo y el picaflor. Y que el Ichu era la vegetación que prima en el lugar.
Luego visitamos la zona de cautiverio, donde tenían unas vicuñas bebe con pocos días de nacidas. A las cuales pude alimentar con leche, cargarlas y divertirme un poco cerca de ellas, en resumen una experiencia inolvidable. Ya con esto la visita a la reserva estaba pagada. Después continuamos haciendo una caminata de cerca de 1 hora por la zona, pudiendo estar cerca de algunos grupos de vicuñas y guanacos libres. Lo que sí, no es posible acercase mucho ya que no sabes cómo pueden reaccionar los animales, sobre todos los guanacos que son mas ariscos. Finalmente, al momento de regresar nos topamos con una lagartija que se camuflajeaba entre las piedras y tierra, así que para divertirme un poco la seguí y atrapé. Luego tomamos algunas fotos y la dejamos libre.
El día no podía haber sido mejor, me despedí del guía, y me paré en plena carretera a esperar un colectivo hacia Lucanas. El cual pasó después de media hora bajo el sol y el viento helado, llegando a Lucanas a las 2pm aprox. En el viaje no podía dejar de pensar en el Chaccu, esa gran fiesta y costumbre pre-inca que consiste en cercar con un largo cerco humano a las vicuñas para luego clasificarlas y hacer la esquila, esta festividad se realizaría en 10 días, pero yo ya estaría por otros rumbos. Para otra será.
Ya en Lucanas Capital de la Vicuña, decidí almorzar un menú típico. Terminado empecé el ascenso hacia las ruinas de Pulapuco, pasando por la plaza de Armas, la Catedral y cancha de futbol y luego empezar el camino de tierra para subir el cerro donde, en la cima se encuentran las Ruinas Pre-incas de la cultura Rucanas que antiguamente poblaron la zona. La subida a ritmo constante, tomará entre 10 y 15min. La vista desde arriba es excelente, lo lamentable, como siempre sucede en este tipo de ruinas poco conocidas, es que no son protegidas, tienen algunas pintas modernas y hay basura desperdigada. De todas formas uno disfruta del lugar, del estar cerca de edificaciones de más de 500 años de antigüedad e imaginarse cómo se vivía en esas épocas. Todo toma un aire diferente desde arriba en Pulapuco.
Pasaron 30 minutos de buena vista, bajé y caminé hacia la carretera donde me eché en un jardín al costado de la pista cerca a la Plaza de toros de Lucanas (donde todos los años se llevan a cabo populosas corridas de toros). Descansé bajo el sol cerca de una hora, con la mente en blanco y realmente libre de todo, disfrutando de la paz del lugar junto a algunas vacas y burros. Una tarde espectacular. Ya al finalizar el dia 5pm aprox. regresé a Puquio para buscar el transporte a Andamarca mi destino para el día siguiente.
Mi colectivo salía a las 6am, al parecer todo muy organizado hasta número de asiento pude elegir. Esa noche hice algunas compras y me fui a descansar. Este primer día entre los 3200 y 4000 msnm tuve mucha actividad y debía aclimatarme bien y recuperar fuerzas para continuar con la aventura.

sábado, 6 de abril de 2013

26. Ica, Paracas y Huacachina con Martita


Era el verano del 2007, mi querida Tía Tere había llegado de Argentina junto con una amiga Bonaerense a quien solo conocía de nombre. Recuerdo que unos días después de su llegada, mi madre me dijo que Martita (amiga de mi tía) quería viajar conmigo, que le había contado de todos los viajes que había hecho y que quería que la lleve a conocer el Perú. La verdad, inicialmente no le tomé mucho interés, porque a veces la gente dice cosas por la emoción del momento y no muchas veces las cumplen, así que continué con mí día a día.
En esa misma semana, un día viernes en una reunión familiar, recién pude saludar a mi querida Tía y ponerme al día con algunos detalles de su vida y la de mis primos en Buenos Aires. Poco después me presentaron a Martita, quien después de un cálido abrazo y con acento argentino, me dijo: y Che, Cuando viajamos??.. a lo cual respondí: cuando tú quieras soy materia dispuesta.

Martita era una mujer de unos 60 años, muy divertida, con un espíritu aventurero envidiable y sobre todo muy cariñosa. Ella había viajado por buena parte del mundo siendo esposa de un Diplomático, por lo que tenía muchas experiencias de vida que compartir, pero estaba seguro de que con su visita al Perú se llevaría algo muy diferente, no solo por que días antes había llegado a Machu Picchu (con un viaje organizado por mi Padrino Jorge Servat, quien nos dejo hace algunos años) llenándose de una energía especial y única, sino también por la cálida bienvenida que mi familia Andrade le había dado, haciéndola sentir como un miembro más de nosotros.
Yo desde el primer momento que conversamos, me sentí conectado. Era como si fuera una amiga de hace mucho años, casi como familia. Nunca lo entendí, fue una química pura. Sin embargo, mis expectativas de viaje se diluían entre mis bolsillos vacios, por lo que tenía que buscar una excusa para no viajar, y al mismo tiempo no quedar mal con Martita.