lunes, 22 de octubre de 2012

21. AGUAYTIA – Huayco en el Boqueron...

Llovió toda la noche y aun por la mañana no paraba, el rio Huallaga se escuchaba crecido, eran cerca a las 7.30am y debía continuar la ruta, con o sin lluvia. Preparé mi mochila y baje a dejar la llave en la recepción del hotel, grande fue la sorpresa, cuando me dijeron que no había pagado. Al parecer la persona que recibió mi pago no lo comunicó y se armó un problemón.
En la puerta del hotel había un vigilante tipo gorila con cara de pocos amigos, así que irme no era la primera opción. La discusión se tornaba algo acalorada, mas aun por que la persona que recibió mi pago no contestaba el teléfono. Pasaron 30min y no tenía respuesta, así que intempestivamente fui hacia la puerta. El gorila, creo que, no lo esperó, solo me siguió con la mirada. Llegué a la puerta y el colectivo para Aguaytia estaba allí, acomodé mi mochila y partimos.
En el colectivo íbamos solo 4 personas, yo iba adelante bastante cómodo, atrás iban 3. Mientras avanzábamos por la carretera, estaba algo intranquilo porque semanas antes había leído que en esta ruta habían disparado a una camioneta de policías, y es que según el chofer el movimiento de terroristas y narcos por la zona era constante, así que había que tener cuidado. Kilómetros mas adelante, uno de los viajeros sentado atrás, empezó a buscar la conversación y poco a poco empezó a hacer preguntas que me hacían sentir vigilado, me dio la impresión de que era o un policía que pensaba que yo era un narco o terruco, o que era un terruco que pensaba que yo era policía. Así que traté todo el tiempo de mantener la conversación sin exponerme mucho, buscando que él hable más, sin darle muchos argumentos o comentarios.
Avanzamos por casi hora y media, la lluvia no paraba, el rio estaba bastante crecido, tanto así que en algunas zonas parecía que podía desbordarse. En eso, minutos mas adelante,  ya faltando poco para llegar al destino, la carretera se bloqueo con un huayco, que creo que por unos minutos  de diferencia nos hubiera caído encima, tal vez fue buena la demora en el hotel por el pago, asi que ahora todo tomaba algo de sentido.
Pasaba el tiempo y El huayco no permitía que pase ningún vehículo. Poco a poco la cola de camiones y carros se hacía más larga. Todos esperábamos que llegue un tractor para sacar todo el barro y piedras de la carretera. Sin embargo, los camioneros duchos en este tipo de problemas, se desesperaban y trataban de pasar a como dé lugar. Así que uno de ellos se lanzó. Al principio pensé que iba a pasar, pero en el último segundo frenó y se quedó a medio camino, o sea atollado. Ahí empezó lo que se llama trabajo en equipo, el camionero bajo con su pala, y junto con otros mas empezaron a limpiar la pista, luego se ato un camino atrás y otro adelante, buscando o que termine de pasar o retrocederlo para sacarlo de ahí. Estuvieron mas de una hora, pero finalmente después de tanta lucha, el huayco quedo atrás. Después de eso nadie lo intentó, todos continuaban esperando la maquinaria, la cual llegó después de casi 2 horas y media de espera. Como éramos los primeros en cola, una vez limpio, pasamos y continuamos el camino.
Sabía que faltaban pocos kilómetros para llegar a Aguaytia, empezaba a sentirme ansioso por conocer el boquerón del Padre Abad, no tenía muy claro donde quedaba, pero sentía que estaba cerca. Pasaron algunos kilómetros, y nos metimos dentro de un callejón de montañas donde solo había espacio para la carretera y el paso del rio, flanqueado por paredes de piedra y vegetación con muchas caídas de agua, me quedé alucinado por la naturaleza del lugar, por un segundo pensé en bajarme allí con mi mochila, pero continuamos. Mas allá, pasamos un largo túnel, para luego continuar con las hermosas vistas de esta zona montañosa, que solo al final supe por un poblador, que era el famoso Boquerón del Padre Abad, creándose dentro de mí una sonrisa inmensa. Pero no todo acababa ahí, ya que al terminar las montañas, el paisaje cambió completamente, teniendo en frente el cielo mas celeste que he visto probablemente, el que contrastaba con un horizonte verde lleno de arboles, no habiendo más que disfrutar del gran camino.
Finalmente llegamos a Aguaytia, provincia del departamento de Ucayali. El colectivo se detuvo junto a la base de infantería de la Marina, antes de cruzar el puente colgante más largo del Perú (unos 800 metros). En cuanto baje, encontré a pocos metros un hospedaje, el cual no era gran cosa, pero si lo suficiente para tener mis cosas seguras y pasar la noche tranquilo. Luego de acomodarme, salí a contratar un mototaxista que sirva de guía. Pare unos cuantos hasta que pude ponerme de acuerdo con uno. El contrato fue por 8hrs a disposición. Eran las 2pm, y salimos  a visitar el Boquerón. El camino era por la misma carretera que llegué, donde pude observar( ya en sentido contrario) en el fondo de la conocida Cordillera Azul, que toma su nombre por el color que aparenta a lo lejos, pero que en realidad es una cadena montañosa completamente verde.
La primera parada, fue en un rio de color rojizo, según el guía me decía que el rio venia desde dentro de una montaña donde se piensa que hay una zona llena de Aguajes que le dan el color, si era cierto o no, no era importante, pero si la colorida bienvenida que me daba la selva. El cielo celeste y la verde vegetación continuaban pintando de color el día. El lugar era más que increíble. Llegamos al boquerón y me baje para caminar los casi 3km que tiene. Paso que daba, foto que tomaba. Y es que estar andando por esta denominada fractura geológica que hizo este estrecho y accidentado corredor por donde pasa un fuerte torrente de agua con grandes paredes rocosas y caídas de agua a ambos lados, de tal vez más de 100 metros de altura, es una experiencia única. Poco mas allá, llego el momento del túnel, por lo que decidí subir al mototaxi, que no sé si fue la mejor decisión en ese momento, ya que no tenia luces, teniendo que pasarlo a oscuras, solo con la luz de una pequeña linterna que yo tenía. Del otro lado, continúe con la caminata, las caídas de agua estaban por todas partes, y también algunos huaycos, y es que al haber paredes tan grandes y verticales, la caída de rocas podía suceder en cualquier momento.
Luego el guía me mostro, el puente para llegar al Velo de la Novia, una conocida caída de agua, donde se dice que cuando entra un hombre las aguas se calman. No pude comprobarlo en ese momento, pero si disfrutar de la belleza del lugar. Allí estuvimos unos 30 minutos, tomando las fotos de rigor. Posteriormente, subí nuevamente a la mototaxi para llegar hasta La Ducha de diablo, una catarata con caída de unos 100 metros, donde las rocas forman un rostro, que se dice es la cara del diablo. Terminando el recorrido en el mirador del río Yuracyacu, donde puedes ver la fuerza de su paso en el boquerón.
Ya de regreso a Aguaytia, hicimos algunas paradas en la carretera para tomar algunas fotos mas, donde me di con la sorpresa de que no viajaba solo, sino que tenía un Saltamontes complemente amarillo de compañero en el asiento de la mototaxi, que una vez más, mostraba el color vivo de la selva. Al llegar a la ciudad, fuimos a dar una pequeña vuelta por ella, en donde resaltan el puente que cruza el rio Aguaytia, su plaza principal y el malecón, luego de ello no hay mucho más que ver. Para almorzar fuimos a un restaurante en la plaza y nos pusimos a chelear mientras conversamos de los contrastes y costumbres de Lima y Aguaytia. Caía la noche y aun tenía tiempo para disponer del transporte, así que decidí asearme un poco, para luego conocer la noche.
A las 8pm, me recogió nuevamente y salimos en busca de los bares. Era  día Martes, así que no se esperaba gran movimiento. La primera zona de ataque, fueron los bares del malecón, donde tomamos algunas cervezas, pero estaban algo aburridos, por lo que me propuso ir a una zona de según él, prostíbulos disfrazados de night clubs, me dio risa su comparación, y luego sin dudar mucho partimos. Quedaban a algunos kilómetros de la ciudad, en una zona donde había muchísimos camiones, y que aquí todos los camioneros paraban para como dicen *tirarse una canita al aire*. De hecho en específico no era mi caso, pero íbamos a ver qué pasaba. Entramos a un lugar del que no recuerdo el nombre, era un bar donde te sentabas y las chicas se acercaban a  conversar, pero si querías algo más rápido, podias acercarte al callejón donde a lo largo habían puertas con chicas paradas, donde el proceso era, pasar mirando el material (como se habla entre hombres) y luego previa negociación, entrar al cuarto y caer unos minutos en el placer selvático.
Mi objetivo más que acostarme con cualquiera de estas chicas, era conversar con ellas para saber cómo llegaron, porque lo hacían y que buscaban en sus vidas, una idea muy sana para el lugar pero es mi naturaleza. Aquí tuve la oportunidad de conocer a 2 de ellas, una muy joven que me comento que venía de la zona de Aucayacu, donde su padre la maltrataba y golpeaba, y que por ello decidió salir de casa para empezar de nuevo, siendo su única forma de generar algunas monedas, la prostitución, pero según ella, esperaba ahorrar para poder emigrar a Lima u otra ciudad más grande donde pueda estudiar y rehacer su vida. Yo no hacía más que escuchar y tratar de lanzar algunas frases positivas para hacerla sentir. Luego, la segunda chica que conocí, llego de una manera inesperada a la mesa, se sentó y cruzamos algunas palabras, me dijo que sufría de ninfomanía y que por eso estaba en este mundo. Poco después dijo que quería que la ayude a saciar algunos mórbidos deseos sexuales,  a lo que respondí esquivando todas sus incomodas propuestas. Pasaban los minutos y la chica insistía sin dejar que nos vayamos, tornándose la situación algo tensa, así que la distraje diciéndole que vea si hay cuarto disponible, y mientras fue a ver, subimos rápidamente a la mototaxi y partimos sin dudar. Sabía que el ambiente en estos lugares no es el mejor y realmente no te das cuenta si la gente allí son camioneros, narcos o terroristas, así que con cualquier decisión mal tomada o alboroto no sabes qué efecto puedes generar, pero felizmente mi salida fue sin mayor escándalo.
Luego de ello, nos fuimos a una especie de discoteca, donde había una banda de cumbia y la gente tomaba sin control. Este lugar aparentemente estaba más tranquilo,  así que nos tomamos unas cervezas mas escuchando música de la zona. Al final, cerca a las 11pm, regresé a mi hospedaje, despidiéndome de mi amable guía mototaxista que me llevó a conocer lo bueno y malo del lugar, para luego echarme a dormir con pocos litros de sangre en mi torrente alcohólico (como dice un buen amigo).

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