8. Piura... Catacaos y mi pasado...

Había salido de Chiclayo rumbo al Departamento de Piura, eran 6pm aprox. y tenía unos 200km por recorrer hasta la Ciudad de Piura, el tiempo estimado de viaje eran 3hrs como máximo.  La carretera es buena, el único problema es que solo tiene un carril por vía, así que entre los buses que vienen y van a gran velocidad, debe haber mucha precisión para no chocar frontalmente, sobre todo cuando pasan a los vehículos más lentos.

Llegue a Piura cerca a las 9pm, me estaba esperando un compañero de trabajo de uno de mis tíos en Lima. Mi tío era un gerente de una empresa de seguridad, así que gestionó para que alguien me recoja en camioneta, me ayude a buscar hospedaje y de paso conocer la ciudad.

Primero fuimos a dar algunas vueltas por el centro de la ciudad, pasando por la Av. Grau (que entiendo es la más comercial de todo Piura), la Plaza de Armas (la más antigua del Perú); y los Puentes Sánchez Carrión y Bolognesi que atraviesan el Rio Piura, para luego de ello, buscar el hospedaje, empezando a cotizar en hoteles 2 estrellas con precios de 70 soles y terminando en un hostal de alta rotación de 20 soles, monto que se acomodaba a mi presupuesto real y como solo me quedaría una noche no me hacia problema para tomarlo.

La verdad de la historia es que cuando decidí hacer este viaje al norte, no había considerado ir a Piura, pero cuando estuve en Chiclayo sentí que era necesario ir para allá, y es que aparte de que en Piura se fundó la primera ciudad del Perú (que fue San Miguel de Piura), que aquí nació Miguel Grau (El Peruano del Milenio) y que es donde, tal vez, están las playas más hermosas del Perú (Mancora, Los Órganos, Vichayito, entres otras), Piura es el lugar donde vivieron mis ancestros.

Siempre he pensado, que es importante saber de dónde viene uno, saber un poco de su historia personal. Saber quiénes fueron sus antepasados y que hicieron por el Perú o por el Mundo, así que con estas ideas es que fui a Piura para nutrirme un poco de la vida de mis antepasados.

Regresando al hospedaje, luego de acomodarme, decidí salir a conocer la noche Piurana, así que mi improvisado guía me ayudo con ello. Primero fuimos hacia la Av. Guardia Civil donde está el conocido “Queen’s” en un segundo piso, ahí tomamos algunas cervezas mientras conversábamos. Esta disco era un lugar digamos selecto, donde la mayoría de gente aparentaba buena posición socio-económica. Luego fuimos, al “Puente Viejo” otra discoteca pero más populosa, de hecho aquí nos quedamos juergueando casi hasta inconciencia… los últimos momentos con recuerdos entrecortados son que acompañe a dos chicas a su casa, no sé donde vivían, pero me baje del taxi ahí y empecé a caminar por lugares desconocidos, ya después de varias cuadras, imagino que llegué a una avenida donde cogí una mototaxi que me llevó hasta mi hostal…

En la mañana el sol me levantó, era un poco tarde y tenía una reseca increíble… y es que la noche anterior se fue un poco de las manos, pero después de 13 días de viaje necesitaba un buen momento de Juerga, y se dio. Mi hotel quedaba relativamente cerca de los terminales de buses, así que compre mi pasaje para salir cerca a las 2pm con destino a Trujillo donde me esperaban mis amigos Ortiz para conocer la noche Trujillana.

Como dije en un párrafo anterior, estar en Piura significaba conocer mi pasado, así que tome un colectivo hacia Catacaos (a unos 10km de distancia), un distrito famoso por su artesanía y gastronomía. Es aquí donde vivió mi Bisabuelo Ciro Tito Andrade, un maestro muy querido y reconocido en este lugar, de quien había escuchado grandes cosas.

En el camino a Catacaos uno podía ver algunos cultivos, artesanos y los conocidos porongueros andando bajo los fuertes rayos del sol. Al llegar baje en la plaza central donde está la Iglesia San Juan Bautista y donde está la casa de la Familia Piza, allí conocí a uno de los primos de mi Madre y su familia, quienes fueron muy cálidos y amables, y es que hace mucho tiempo que no se contactaban con mi Familia, por lo que mi visita sirvió para juntarlas nuevamente. Mientras conversaba con mi tío-primo, me contaba algunas cosas de mi Bisabuelo, como la calidad de persona que era, el esforzado trabajo que realizó y lo querido que era en el pueblo, tanto así que hay una pequeña plaza en homenaje a él, nombrándolo como Insigne Maestro y forjador de varias generaciones; y en su tumba es reconocido como Benemérito Maestro de Catacaos y lleva el epitafio “un hombre sin educación es como un campo sin cultivo”. En realidad esto último no sé quien lo escribió, pero mas allá de ello, interpreto que el pueblo quiso retribuirle de alguna manera la gran labor que hizo por la educación.

Ya luego de la larga conversación, fui a conocer la plaza de mi Bisabuelo y al cementerio, donde pude corroborar todo lo comentado y donde sentí que no me había equivocado al decidir visitar Catacaos. Creo que esto me sirvió para entender lo importante que es hacer lo que uno realmente quiere, ya que así uno se da al 100% con satisfacción y llega a obtener grandes logros personales y colectivos.

Algunos minutos más tarde, después de tomar varias fotos y de comprar los clásicos Chifles y Natilla, regrese a Piura para coger el bus, que estuve a punto de perder, con destino a Trujillo. Allí llegue cerca a las 8pm, habré viajado unas 6 hrs estimo, y en cuanto baje del bus fui directamente a la casa de mis amigos Ortiz donde me hospedaría mis últimos 2 días de travesía por el Norte Peruano. Era sábado y la idea era buscar juerga, en realidad yo estaba algo cansado por la noche anterior, pero con ganas de conocer nuevos lugares.

Salimos en carro a dar algunas vueltas por la ciudad y Huanchaco donde no había mayor movimiento. El Primer lugar donde entramos fue “Tributo Bar”, un bar al que recomiendo visitar, ubicado en la plaza de armas (esquina Pizarro). Este lugar realmente es cálido, con buena música (a veces en vivo), la gente se divierte muchísimo y la arquitectura es singular al ser una casona antigua con vista a la Plaza de Armas. Luego de tomar unas cervezas aquí, nos fuimos a la Discoteca “Mecano” la cual estaba repleta de gente y donde tratamos de pasar un buen rato. Aquí el cansancio nos gano a la mayoría a pesar de la diversión y la buena música, así que tomamos unas chelas más y después de algunos minutos regresamos a casa para dormir.

Al día siguiente, mi último día fuera de Lima, me levante muy tarde prácticamente para el almuerzo. Era domingo y no hubo mejor idea que irnos a la Campiña de Moche (cerca a las Pirámides del Sol y de la Luna), donde comí la riquísima comida norteña. Ya después solo quedaba tiempo para el descanso y preparar mi equipaje para la noche, ya que regresa al origen del camino, Lima,  después de 15 días fuera llenos de aventura, cultura, historia, amistad y diversión. Atrás quedaban los momentos en La Libertad, Cajamarca, Amazonas, San Martin, Lambayeque y Piura… era el fin de un gran viaje pero el inicio de la planificación de nuevas aventuras…