Era 15 de diciembre de 2005, había salido de vacaciones y tenía solo 4 días para viajar. En esa época me gustaba investigar sobre monumentos y construcciones Inca, llegando a leer sobre la importancia, en el Imperio, de Tambo Colorado y Vilcashuaman. Por lo que con objetivo bajo el brazo, solo había que diseñar la ruta.
Era jueves, me levante un poco tarde porque el día anterior había sido la graduación de mi hermano, donde los tragos no faltaron. Agarre mi mochila y salí rumbo a la Panamericana para tomar uno de los tantos ómnibus Soyuz que hacen, cuales combis, la ruta Ica – Lima.
Viajé durante cerca de 3hrs y media hasta la entrada a Pisco, donde tome un colectivo hasta la plaza central para buscar un hospedaje. Deje mis cosas en un hotel barato, ya que solo pasaría una noche allí, y partí rumbo a San Clemente.
San Clemente, es un poblado que se encuentra en el Kilometro 227 de la Panamericana Sur, un poco antes de llegar a Pisco (viniendo de Lima). Aquí tome una combi que me llevó, a través del Valle de Pisco, rumbo a Humay y el Complejo Arqueológico de Tambo Colorado, recorriendo 39 kilómetros en cerca de 50 minutos. En el Trayecto uno podía observar campos de uva, algodón, maíz y espárragos principalmente, ya que los pequeños pueblos de la zona se dedican principalmente a la Agricultura.
Llegué a Tambo Colorado cerca a las 5.30pm, por lo que tenía que visitar el lugar rápido, antes de que oscurezca. Mi recorrido fue primero por todo el perímetro del complejo para poder observar desde lo alto, como se complementaba con el Valle de Pisco. Luego pude ingresar a la plaza y mansión del Inca, que tiene varios ambientes como habitaciones y almacenes. Las ruinas reciben el nombre debido al predominante color rojo de sus paredes. Aquí los Incas ejercieron control en todo el Valle que servía de nexo entre la costa y la sierra (Ayacuchana).
Tambo Colorado está bien conservado a pesar del paso de los años y probablemente sea la mejor construcción Inca en la Costa del Perú. Solo pude visitarlo por 30 minutos, pero me llevé una buena impresión del lugar, así que valió la pena el largo viaje hasta allí. Para regresar, tuve que esperar algunos minutos en la carretera para tomar una combi, que al final me llevó nuevamente a San Clemente mientras observaba un bello atardecer en el Valle.
Una vez en San Clemente regrese a Pisco. Eran 7.30pm aprox., por lo que decidí buscar una agencia de viajes en la Plaza Central para comprar un tour para las Islas Ballestas y la Reserva Nacional de Paracas para el día siguiente en la mañana. Luego de ello, me fui a comer algo rápido a un restaurante en el pequeño boulevard, cerca de mi hotel y después, un poco cansado, me fui a dormir, ya que me dijeron que me recogerían a las 7am y necesitaba recuperar fuerzas.
Al día siguiente, me levante muy temprano. Mi hotel no incluía desayuno, así que salí con el estomago vacio. Subí a la Coaster, que estaba llena de peruanos y extranjeros en igual proporción, y partimos rumbo a la Playa el Chaco, donde está el puerto de Paracas, para embarcarnos en las lanchas que nos llevarían a las Islas Balletas. Eran 8am y felizmente tuvimos unos 45 minutos para tomar desayuno en el malecón de la playa, mientras esperábamos que nuestro guía nos llame para embarcarnos.
Ya en las lanchas y con nuestros chalecos salvavidas puestos, partimos rumbo a las Islas. El tour duraría 1hr y media, sobre un mar de un color turquesa y bajo un fuerte sol. Estaba algo emocionado y expectante por conocer, al fin, la Reversa Nacional de Paracas. Nuestra primera vista fue el conocido geoglifo “El Candelabro” que está grabado en roca y cubierto de arena. Luego, continuamos con la travesía hasta las Islas Ballestas, teniendo como primeros anfitriones a cientos de aves como los zarcillos, los chorlos, los pelicanos, las gaviotas, los pingüinos de Humboldt, entre otros.
Las Islas y Peñas estaban repletas de aves y los cielos también, Las bandadas no dejaban de pasar sobre nosotros. Mientras rodeábamos las islas empezábamos a ver algunas cabezas de lobos marinos nadando. Unos minutos más tarde veríamos peñas donde los lobos dormían o tomaban sol plácidamente y más adelante, algunas playas llenas de lobos marinos chuscos y finos. Para terminar pasamos, flanqueados por lobos, bajo uno de los arcos de una de las Islas, después de ello, nos dirigimos al punto de donde partimos. Ya en el puerto y satisfecho por la gran experiencia, un pescador hacia un pequeño show alimentando en la boca a los pelicanos, por lo que todo el grupo de detuvo a tomar algunas fotos.
En la Lancha, conocí a una chica norteamericana, que iba en el mismo tour que yo. Ella era una descendiente directa de los Indios Piel Roja Norteamericanos, se apellidaba ‘Pantera’ y tenía un nombre con un significado especial para su tribu. Estuvimos conversando bastante tiempo y nos hicimos buenos amigos, felizmente mi ingles había mejorado y pude comunicarme mejor, ya que ella no hablaba nada de español. Una de las cosas que más recuerdo, es que me comentaba todo lo que sufrieron sus ancestros y padres por la discriminación en EE.UU., y todo, solo por tener otro color de piel.
A partir de ese momento, prácticamente andamos juntos todo el día, divirtiéndonos y conversando de nuestras vidas. Luego de las Islas Ballestas, nos dirigimos hacia la entrada a la Reserva, donde debíamos pagar el ticket de ingreso, esto nos permitió ir hacia el centro de interpretación de la Reserva, donde había un mirador de aves y un museo de la cultura Paracas donde podías aprender sobre sus trepanaciones craneanas y sus textiles. Después de esta visita pasamos a ver la formación rocosa, erosionada por el viento y el mar, “La Catedral”, donde estuvimos algunos minutos descansado y meditando un poco mientras observamos el bello paisaje del lugar.
Para terminar el tour, nos dirigimos rumbo a la playa Lagunillas donde almorzamos en uno de sus restaurantes y posteriormente, nos dieron tiempo libre para bañarnos en el mar o caminar hasta el mirador para tomar fotografías. Desde el mirador las vistas de la Reserva fueron increíbles y el viento fue realmente fuerte, creo que si teníamos alas hubiéramos podido planear, cual aves, en el aire.
De regreso, en la ciudad de Pisco, estuvimos a las 4pm máximo. Mi amiga se quedó en su hotel, mientras yo aprovechaba para ir a Chincha, y luego a San Clemente, para conseguir un pasaje para Ayacucho, mi siguiente destino. Al regresar cerca de las 6pm, nos encontramos nuevamente, ya que habíamos acordado ir hacia La Huacachina. Tomamos un Soyuz hasta Ica y llegando fuimos directamente al Oasis. Caminamos por el malecón, tomamos algunas fotos y nos sentamos en un bar para disfrutar de la tranquilidad del lugar tomando algunas cervezas. Estuvimos máximo 1hr y media, ya que yo debía regresar a Pisco para recoger mis cosas e irme al Paradero de San Clemente, donde me recogería el Bus para ir a Ayacucho cerca a la media noche.
Estuve parado desde las 11pm aprox., ya que me habían recomendado que llegue temprano. Las tiendas iban cerrando y yo estaba solo con un par de personas que esperaban el mismo bus. Felizmente llegó en hora. Subí y empezó el viaje hacia Ayacucho, a donde llegaría en 7 hrs aprox., así que en cuanto me senté, trate de dormir, mientras recordaba las increíbles vistas de Tambo Colorado y La Reserva Nacional de Paracas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario